CUANDO EL FORMADOR SE CONVIERTE EN TÉCNICO:

El problema comienza cuando el formador, equivocadamente, intenta convertirse en técnico mientras trabaja con niños o adolescentes, buscando a través del resultado del equipo de la división que le toca dirigir SU proyección personal, intentando mostrar esta tarea como carta de presentación en el fútbol. De esta manera está yendo en contra de su labor de docente e importándole poco el futuro de los jóvenes y de la institución.
Entonces, en vez de trabajar sobre las capacidades de sus jugadores, le da excesiva importancia al dibujo táctico, se vuelca de lleno en la preparación del partido, los movimientos de campo para enfrentar a determinado rival, en la pelota parada o en armar una estrategia que contenga al adversario; y no en un plan que beneficie y potencie las condiciones de sus dirigidos.
Las ejercitaciones de la técnica individual, los espacios reducidos, los fundamentos generales del juego, la práctica de fútbol formal y los conceptos particulares de la posición deben ser la base de los entrenamientos, si esto no sucede se estaría trabajando para uno como entrenador y no para los niños o jóvenes. Cuanto más abajo en la escala de las edades ocurra esto, más peligroso y dañino es, por lo tanto en el fútbol amateur se debe tener mucho control con los técnicos de estas características y estarles encima para corregir este error de concepto sobre el lugar que ocupan.
Tal es la importancia de los buenos entrenadores en los más pequeños, que un mal formador transforma a través de sus incorrectas enseñanzas a la edad y al daño provocado en inversamente proporcionales; cuanto mayor es la edad, menor es el daño; cuanto menor es la edad, mayor es el daño. Por eso el que quiera ganar sin importar el precio que dirija primera división, en infantiles o juveniles el precio que se paga es el no aprendizaje de los niños y por ende su futuro como jugadores.
El entrenar para la competencia como si se fuera un estratega y los niños profesionales, es un tema que no se debe pasar por alto debido al perjuicio que pueden causar este tipo de directores técnicos, que no son formadores, en el infanto juvenil. Añadiéndole a esto el daño colateral que sufre la institución que con el paso del tiempo ve cercenada la posibilidad de que los juveniles lleguen a primera división por deficiencias en la formación.
Nuestra tarea como formadores es la de aportar a los niños y adolescentes fundamentos técnicos, conceptos tácticos y capacidades físicas de una manera planificada, metodológica y progresiva; desde lo psicológico debemos contenerlos durante el proceso formativo, reforzar en forma permanente y positiva sus condiciones más salientes en procura de que sea conciente de las mismas para que así eleve su seguridad personal; corregir y trabajar sobre sus defectos y además darles una nítida explicación de lo que es el fútbol y sus exigencias para prepararlo para que adquiera el carácter que le permita, cuando llegue a primera división, desarrollar todas sus cualidades sin temores pero con responsabilidad y así con el correr de su carrera tener la opción de alcanzar el techo de su potencial.
Por último queremos reforzar un concepto: Bajo ningún punto de vista un técnico de infanto juveniles debe proyectar su carrera a través de los resultados de su división.
En esta etapa el resultado que importa es lo que el niño aprende.

Extracto corregido de Retroceso del Fútbol Argentino
Pablo Morant